Perlas

Del cap II – La Palabra Creadora

» La llave para remover los velos de si mismo y quebrar los propios sellos es una palabra que debéis traer eternamente presa en vuestros labios. Es la menor y la mayor de todas las palabras. Mirdad la denominó LA PALABRA CREADORA. «Yo», es la Palabra Creadora. Cuando dijeres yo, acrecienta, inmediatamente, en vuestros corazones: «Dios sea mi refugio contra la malignidad del yo y mi guía para la bienaventuranza del yo», pues en esa palabra, tan pequeña, está encerrada el alma de todas las otras palabras.

Vuestro yo nada más es de lo que vuestra conciencia de Ser, silenciosa e incorpórea, se hace sonora y corpórea. Es lo inaudible que se torna audible; lo invisible que se torna visible; la visión que os permite ver lo que no se ve; la audición que os permite oír lo que no se oye. Aunque tengáis presos vuestros ojos y vuestros oídos. Y si no ves con vuestros ojos y no oyes con vuestros oídos, nada veréis y nada oiréis. Basta que penséis yo, y un mar de pensamientos se agitará dentro de vuestras cabezas. Ese mar es una creación de vuestro yo, que es, al mismo tiempo, el pensador y el pensamiento. Si tienes pensamientos que apuñalan, que muerden o despedazan, quedad seguros de que solamente el yo-en-vosotros les de el puñal, los dientes o las garras.

Por el mero pronunciar yo, traéis a la vida una multitud de palabras, cada cual símbolo de una cosa; cada cosa, símbolo de un mundo; cada mundo, parte de un universo. Ese universo es creación de vuestro yo, el cual es, al mismo tiempo, el creador y la criatura. Si hubiera algunos duendes en vuestro universo, podéis estar seguros de que fue vuestro yo quien los creó. Conforme fuese vuestra conciencia, así será vuestro yo. Conforme fuese vuestro yo, así será vuestro mundo. Si vuestro yo fuera uno, vuestro mundo será uno; y vosotros tendréis la paz eterna con todas las huestes celestiales y los habitantes de la Tierra. Si vuestro yo fuera múltiple, vuestro mundo será múltiple; y estaréis en perpetúa guerra con vosotros mismos y con todas las criaturas de los dominios inmensurables de Dios.»

Del cap IX – El Camino hacia una vida sin sufrimiento

«Este es el camino que lleva a la liberación de las preocupaciones y del sufrimiento:

Pensad como si todos vuestros pensamientos tuviesen que ser grabados a fuego en el cielo para que todo y todos los viesen. Y verdaderamente es así.

Hablad como si todo el mundo fuese un único oído, atento a escuchar lo que decís. Y verdaderamente es así.

Obrad como si todos vuestros actos tuviesen que arrojarse sobre vuestras cabezas. Y verdaderamente es así.

Desead como si vosotros mismos fueseis el deseo. Y verdaderamente lo sois.

Vivid como si vuestro propio Dios tuviese necesidad de vosotros para vivir su Vida. Y verdaderamente es así.»

Del cap. XV – Shamadam intenta expulsar a Mirdad del Arca.

» Un riachuelo enfangado puede enturbiar fácilmente otro riachuelo. Pero, ¿puede un riachuelo enfangado enturbiar el mar? El mar alegremente recibirá el lodo, lo esparcirá en su lecho y devolverá al riachuelo el agua limpia.

Podéis corromper o volver estéril un metro cuadrado de tierra, o tal vez más. Pero, ¿quién podrá corromper o volver estéril toda la tierra? La tierra recibe todas las impurezas de los hombres y de los animales y les devuelve frutos dulces, flores perfumadas, cereales y hierba en abundancia.

Una espada puede, ciertamente, herir la carne. Pero, ¿podría herir el aire por muy afilado que sea su filo, y por muy fuerte que sea el brazo que la empuña?

Sólo el orgullo de un yo mezquino y tacaño, poseído de una ignorancia ciega e impúdica, da la posibilidad de insultar y sentirse insultado, y se venga del insulto insultando, y lava las inmundicias con la inmundicia.

El mundo, que es presa del orgullo y está embriagado con su yo, amontonará injurias sobre vuestras cabezas. Soltará sobre vosotros las jaurías sedientas de sangre de sus leyes andrajosas, de sus creencias putrefactas, de sus enmohecidas honras. Proclamará que sois enemigos del orden y agentes del caos y de la ruina. Esparcirá celadas en vuestro camino y llenará vuestra cama de ortigas. Gritará maldiciones en vuestros oídos y escupirá el desprecio en vuestro rostro.

No dejéis flaquear vuestro corazón. Sed como el mar, vasto y profundo, y bendecid a los que os maldicen.

Y como la tierra, sed generosos y pacientes, y transformad las impurezas de los corazones humanos en pura salud y belleza.

Sed como el aire, libre y flexible. La espada que os quisiera herir, acabará perdiendo brillo y oxidándose. El brazo que quisiera dañaros, quedará débil e inactivo.

El mundo, no conociéndoos, no os podrá refrenar. Por eso, os recibirá refunfuñando.

Pero vosotros, conociendo al mundo, podréis contenerlo. Por eso, debéis calmar su ira con la bondad y ahogar su calumnia con amorosa Comprensión.

Y la Comprensión se apoderará del mundo.»

Del cap. XXXV – Fulgores en el camino que conduce a Dios.

«Poned un faro en lo alto y no vayáis llamando a los hombres para que lo vean. Aquéllos que necesiten luz no precisarán que les invitéis a ello.

La sabiduría es una carga para el semi-sabio, del mismo modo que la tontería lo es para el tonto. Ayudad al semi-sabio a cargar su carga y dejad de lado al tonto; el semi-sabio podrá enseñarle mejor que vosotros.

Muchas veces hallaréis que vuestro camino es intransitable, sombrío y solitario. Sed perseverantes y continuad afanosamente recorriéndolo; al girar en cada recodo encontraréis un nuevo compañero.

Ningún camino del espacio inviolado está aún inexplorado. Cuando las huellas son escasas y distantes unas de otras, el camino es seguro y recto, aunque rudo y solitario en algunos trechos.

Los quías pueden mostrar el camino a aquéllos a quienes debe ser mostrado, pero no les pueden obligar a recorrerlo. Acordaos que sois guías.

Para guiar bien, se necesita estar bien guiado. Confiad en vuestro guía.

Muchos os dirán: “Mostradnos el camino”. Muy pocos, poquísimos, os dirán: “Por favor, guiadnos por el camino”. «

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